La habitación que mi madre compartía con mi tía cuando eran pequeñas.
Cuando vine a vivir a esta casa, este cuarto era una salita con un pequeño hueco anexo, que ahora es el cuarto de baño y antaño era mi habitación. Parece mentira, pero en más o menos ese espacio yo tenía todo lo que necesitaba. Una cama, un armario en el que cabía toda mi ropa, juguetes y libros y una pequeña mesilla de noche donde se guardaba el calzado, y que tenía un cajoncito que estaba lleno de mis pequeños tesoros.
Las oquedades picadas en la pared eran el armario de mi tía y una alacena que por entonces tenía unas contras de madera. Ella dormía en la salita, en una cama plegable que le cedía a mi padre cuando venía de la mar. El balcón era el sitio favorito para echarse la siesta de mi bisabuelo Manolo, y para mí y posteriormente para mis ahijados, otra zona de juegos.
Con la reforma, recuperamos la piedra, descubrimos las alacenas e hicimos muebles a medida que se adaptaron a la singularidad de los huecos buscando crear un lugar donde os podáis sentir cómodos.
Espero que disfrutéis tanto como lo hicimos nosotros.