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Esta era la habitación que mi madre compartía con mi tía cuando eran pequeñas.
Cuando yo me vine a vivir a esta casa, era una salita con un pequeño cuarto anexo, el hueco en el que se ubica ahora el cuarto de baño, era mi habitación.
Parece mentira, pero eran otros tiempos, y en más o menos ese espacio yo tenía todo lo que necesitaba. Una cama, un armario en el que cabía toda mi ropa, (incluida la de cama), cuya parte superior hacía de almacén de mis juguetes y libros y una pequeña mesilla de noche donde se guardaba el calzado, y que tenía un cajoncito que estaba lleno de mis pequeños tesoros. Sería por la luna del espejo o la ausencia de puerta, pero no lo recuerdo como un espacio claustrofóbico. Podría ser que yo también era pequeño…
Las oquedades picadas en la pared eran el armario de mi tía y una alacena que por entonces tenía unas contras de madera. Ella dormía en la salita, en una cama plegable que le cedía a mi padre cuando venía de la mar.
El balcón era el sitio favorito para echarse la siesta de mi bisabuelo Manolo, y para mí y posteriormente para mis ahijados, otra zona de juegos.
La única vez en mi vida que “vi” a los Reyes Magos de verdad, fue entrando por ese balcón. Aún recuerdo con un estremecimiento la mezcla de sorpresa, ilusión y miedo de ser descubierto y quedarme sin regalos. Me tapé bajo las mantas y no abrí los ojos hasta que me despertaron y aseguraron que era de día.
Esta salita era mi universo, el lugar en el que pasaba todas las horas que estaba solo en casa, jugando encima de una alfombra gris con un dibujo en rojo que yo adaptaba para crear múltiples escenarios. Aquí disfrutaba de la música, bailaba, me transformaba en todos los personajes que mis juegos creaban, leía, soñaba y pensaba en mi madre, que me dejó ese aire reflexivo que me caracteriza y una manera de posar para las fotos en la que muchas veces me reconozco.
Con la reforma, recuperamos la piedra, que estaba tapada siguiendo la moda de la época, descubrimos las alacenas e hicimos muebles a medida que se adaptaron a la singularidad de los huecos buscando crear un lugar donde os podáis sentir cómodos y que espero que disfrutéis tanto como lo hicimos nosotros.
Casa Choupas
Rúa Cega 5
Cangas (Pontevedra)
Tel.: 699379040