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En Cangas, la mayoría de la gente tiene un mote que se va pasando de la persona que lo lleva a su descendencia en un azar que hace que no sepas qué progenitor te va a “dejar” el suyo y cuál es el que se va a “perder”, algo que sucede en la actualidad.
Choupas era el mote que tenía mi bisabuelo materno, que heredó su hija y que por curiosidades del destino llegó a mí. Llamarle así a esta vivienda es un homenaje a mis antepasados. Recuperarla para ofrecérsela a gente como tú, que viene a disfrutar del pueblo y busca un lugar con encanto donde descansar, un sueño hecho realidad por mi marido, Manuel, que intentará que disfrutéis de una estancia de lo más placentera.
Una choupa es un pescado redondito y muy sabroso. No sé si nuestro mote viene de un giro con retranca gallega, o no, asociado a alguno de estos calificativos o solo tiene que ver con que somos una familia con una vida tradicionalmente asociada a la mar.
La casa la compraron mis tatarabuelos Manuel y Aquilina en 1898. Pagaron ocho mil reales, dos mil pesetas, “en buenas monedas de plata y billetes del banco de España” según dicen las escrituras. En ese momento la casa era una bodega de planta baja con un primer piso que era la vivienda donde vivía el matrimonio con sus tres hijos.
Hace cien años, mi bisabuelo Manolo le paga a su vecina de babor la medianera, le da un alto a la casa, y se instala allí con su nueva familia. En 1931, compra la parte que les toca por herencia a sus hermanas y se hace dueño de toda la casa.
La crónica tiene un guiño curioso porque, de forma parecida, al nacer mi madre Pacucha, en 1948, mis abuelos Toñita, la yaya, y Segundo, al que yo llamaba padrino, se instalan con ella en el añadido. Mi abuela hereda toda la propiedad y es entonces cuando le dan la configuración definitiva montando una cocina en la bodega.
Mis primeros recuerdos están asociados a esta casa en la que viví toda mi infancia. Aquí pasábamos mi madre y yo la mayor parte del tiempo cuando mi padre estaba embarcado. Cuando ella murió siendo yo un bebé, nos instalamos con mis abuelos y mi tía, que acabó viviendo aquí con su familia. La Ruacega siempre fue un lugar muy concurrido, lleno de niños y niñas que vivíamos libres en la calle y aprovechábamos sus recovecos para montar tiendas, casitas, olimpiadas, teatros, procesiones o juegos tradicionales.
La yaya adoraba su casa de la que nunca se fue del todo. Ella siempre me decía que la casa iba a ser para mí y me lo expresaba como quien habla de entregar un tesoro. Cuando era más joven no entendía cómo se le podía dar tanto valor a una casa vieja, pero cuando la heredé hace dos años comprendí que el legado no era económico sino emocional, y su valor incalculable.
Cuando nos “embarcamos” en esta odisea, recordaba los relatos que ella contaba sobre las vicisitudes que sus antepasados habían vivido para que la casa hubiera llegado a nuestras manos. Con el dolor de ver como se convertía en escombros sentía que se derrumbaba parte de mi pasado y comenzaron las dudas sobre la idoneidad del proyecto. Desaparecieron en cuanto me di cuenta de que lo que hacíamos era limpiar años de descuido y remiendos y de que, con mimo y dedicación conseguíamos recuperar la casa para que volviera a lucir como una gran dama, llena de encanto.
Y así es como os la presentamos. Esperamos que os diga tanto como a nosotros.
¡Feliz estancia!
Casa Choupas
Rúa Cega 5
Cangas (Pontevedra)
Tel.: 699379040
2 Comments
Estancia maravillosa en un alojamiento diferente y precioso al que no le falta detalle,ubicado en el centro de Cangas. Y la atención de Manuel insuperable con todo tipo de detalles y recomendaciones. ..Sin duda volveremos..Gracias por todo
Gracias a vosotros, fue todo un placer. Aquí os espero